"La oscuridad es un instante" que se vuelve eterno en la memoria de quien sale de la cárcel. Emprende un viaje y surge el recuerdo de una casa donde los/as hermanas huyen ante la violencia paterna. Nos sorprende desde un principio la mirada de ese grupo de hermanos que dejan su inocencia de lado ante los golpes que les va dando la vida. La atmósfera poética no puede velar ese costado crudo de la realidad que muestra la novela de Juan Solá, mientras los personajes buscan a sus ñeris. Esta palabra de origen discutido que puede significar tanto compañero si tomamos su origen italiano (compañeri) o hermano en el guaraní ñe êndy encuentra en la novela un fuego especial, una luz ante tanta miseria. Ambos significados se entrelazan como la vida de esta familia desmembrada y perdida por diferentes lugares que guardan la esperanza de volver a encontrarse.Desde la Patagonia hasta Boedo, en Buenos Aires o Madrid, sus vidas pelean contra el hambre, la violencia o la nostalgia de un pasado que los vio unidos, a pesar de ese mundo que se parece tanto al padre. Habrá lugar para la fe en un futuro mejor, una semilla que sueña tener ramas. Habrá lugar para narrar la crisis económica del 2001 y el amor entre Federico y Agustín, los encuentros en un micro de larga distancia o la vida lumpen en la que algunos caen.
Escribimos como si escribiésemos conjuros, y no esperanzas dice uno de sus personajes. La novela de Solá publicada en 2018 por Hojas del sur es un conjuro, una palabra poderosa y poética que resignifica la fraternidad ante todo. El autor nació en Entre Ríos en 1989, publicó las novelas La Chaco, Naranjo en Flúo y los libros de relatos Microalmas y Epicaurbana.
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