Los cuentos de Samanta Schweblin retoman la tradición del fantástico argentino para quedarse en el lado más perturbador y extraño de lo cotidiano. Recuerda así a las mejores narraciones de Silvina Ocampo. Su estilo, en cambio, posee el oficio del gótico sureño norteamericano al momento de crear atmósferas y lograr con una prosa directa un ritmo atrapante, difícil de abandonar hasta no saber qué es lo que ocurre con estos personajes solitarios, aislados y enfermizos.
La estepa, la ruta y los pueblos de las afueras parecen escenarios propicios para desencadenar la incertidumbre y la violencia cotidiana. Allí es donde la civilización llega de los modos más salvajes, a desatar situaciones kafkianas o fantásticas. Sin embargo, ese universo no se queda en la vacilación sino que hurga en la certeza de un mundo peligroso que no duda en imponer su fuerza. Una violencia a veces sutil pero siempre certera. Aquí no hay fuerzas extrañas sino un devenir de la locura de lo mundano que vuelve inestable cualquier situación por más familiar que se presente.
La autora de la novela #distanciaderescate, ahora convertida en película por #netflix, ha preparado en #pájarosenlaboca y otros cuentos un camino de entrada a esos tópicos contemporáneos que recorren su narrativa: la enfermedad, el daño ambiental, subjetividades sin identidad fija, amenazas biotecnológicas y la violencia tan cínica como gratuita de la vida posmoderna.
Temas actuales y complejos que la autora argentina logra abordar con una cadencia sencilla y precisa que la convierten en una de las mejores cuentistas de la actualidad.
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