La tocó, al hablar, y se cerró de pronto, con un golpe.
-¡Dios mío! -dijo el hombre-. Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¡Cómo, nos han encerrado a los dos!
-A los dos no. A uno solo -dijo la muchacha.
Pasó a través de la puerta y desapareció.
El autor de este cuento, I.A. Ireland, erudito inglés, nacido en Hanley, en 1871. Afirma ser descendiente del afamado impostor William Henry Ireland, que improvisó un antepasado, William Henrye Irelaunde, a quien Shakespeare habría legado sus manuscritos. Sin embargo, Ninguno de sus libros parece existir.
Es enormemente conocida la ávida afición de Borges y Casares por los seudónimos o el juego con el problemático concepto de autor. En la misma época que firman como Honorio Bustos Domecq, deciden editar la antología de textos fantásticos, publicada finalmente en 1940 y reeditada en 1965. El año 1947 en la revista estadounidense Avon Fantasy Reader se edita un cuento llamado “Climax for a ghost story”, perteneciente a un tal I.A. Ireland sin referencias bibliográficas ni biográficas al autor. La fantasmagoría no solo del cuento, sino de este hombre inglés imposible de rastrear levantó sospechas en nuestras lecturas. ¿Era posible que fuera un invento borgeano?
Comentarios
Publicar un comentario