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"Azar del trueno" de Esther Pagano Merkert.





En el caos mitológico que la poeta evoca, el único acontecer fuera del desorden es un círculo de mutaciones.  El camino que la profecía traza parece determinado por el mismo movimiento que da vida a las palabras. No es un devenir fácil. La mutación puede ser violenta. 


El libro de poemas “Azar del trueno” de Esther Pagano Merkert editado por Baldíos en la lengua (2022) tiene varios niveles de lectura, cada poema parece continuar en el siguiente, los últimos versos dan paso a los primeros del poema posterior haciendo girar el círculo. También se pueden leer las palabras del I ching que funcionan como epígrafes, con cierta autonomía, o escapar de la rueda para quedarnos con un poema como quien aprisiona un fragmento de sabiduría oriental. 


Esa voz que aparece en la escena del crimen, donde zumban cercanas balas y fantasmas, nos invita a buscar los sentidos de un pensamiento milenario para salir inmunes. Es verdad, que el enemigo da golpes bajos, la soberbia y la vanidad pueden tomar la máscara de buitres o dragones. Quienes tienen el privilegio de ver la evolución en la poesía de Esther Pagano Merkert pueden ver que aquellas preocupaciones sociales de sus inicios ahora toman una forma más abstracta pero no menos certera a la hora de denunciar la suciedad del mundo. “Este no es el valle de los elegidos” dice la poeta. 



Caer en la antinomia entre las palabras y las cosas, lo que está arriba o abajo, el ying o el yang  o en cualquiera de las  dualidades impuestas por el I ching hubiera sido reducir la mirada. En cambio, aquí las palabras también son cosas, rastros, marcas palpables. No son un lugar seguro, para ningún poeta lo son, pero nos llevan por cambios que trascienden la dualidad y las falsas dicotomías. Ese universo de signos proféticos parecen llevarnos al centro del círculo. Allí está la casa, el único lugar que parece resguardarnos de “las garras del horizonte”. 


La poesía como oráculo se niega a predecir un sentido unívoco, pero pone en escena un camino espiritual que culmina en la liberación de ese sujeto poético que ha atravesado vidas y mutaciones para darnos una verdad.  


En el origen de este poemario está el azar del  I Ching, que se interpreta después de haber tirado seis veces tres monedas que dan respuesta al lanzarse por la persona interesada. Quién mejor que una poeta para interpretar el oráculo milenario.


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